lunes, octubre 20, 2008

Santa Marta se Reinventa

Publicado originalmente en la Revista Gerente.

Por Juan Sebastián Morales Correa.

La gestión de fundaciones y de las entidades de la región brinda nuevos caminos para que los indígenas y el mismo hombre blanco, afectados por el rastro del narcotráfico en la Sierra Nevada, rehagan desde el turismo sus posibilidades.





Hace pocos días Leiner Daza decidió volver a la Sierra Nevada: la búsqueda del perro que siempre lo acompañaba fue el motivo que lo llevó a ascender de nuevo al sitio en donde cultivaba cocaína para ganarse la vida. Leiner hoy vive del turismo; el rafting es la nueva oportunidad que la vida le ha presentado. El es uno de los jóvenes ex-raspachines de cocaína de la Sierra Nevada de Santa Marta favorecidos por proyectos que intentan rescatar a esta agobiada región a través del turismo.

Daza raspaba coca desde que tenía 12 años, un tío suyo lo condujo muy pequeño a ganarse la vida de esta manera. A pesar de la alergia y el mareo que los químicos y la gasolina le producían, él junto a su familia vivían bien con los 2´350.000 pesos que ganaban por kilo de coca preparado. En su casa tenían 5 hectáreas sembradas, de estas sacaban 8 kilos cada tres meses. De niño él cargaba la sal y los químicos necesarios para procesar la coca: se levantaba a las 5 A.M. y trabajaba hasta las 3 de la madrugada del otro día, almorzaba y comía junto a los obreros contratados para ayudar con el cultivo en medio de los químicos. Hernán Giraldo era “El Patrón”, y Leiner junto a su familia mantenía estos cultivos que eran propiedad de este jefe paramilitar.

La guerra entre los mismos grupos paramilitares se desató: Carlos Castaño y Hernán Giraldo, quienes a finales de los 90´s controlaban alrededor de 30 mil hectáreas cultivadas con cocaína en esa región, se enfrascaron en una lucha desatada por Jairo Mozo, paramilitar que había robado a Castaño y que ahora protegía Giraldo. El conflicto armado dejó cientos de muertos, entre indígenas y hombres blancos. Igualmente un gran número de desplazados y sobre todo un alto número de desempleados, pues los cultivos perdieron fuerza gracias al resquebrajamiento interno de quienes les compraba su cultivo y con el posterior plan de erradicación manual propuesto por el gobierno en los primeros años de esta década.

Hoy, Leiner tiene 22 años y lidera al grupo Kashuingui, una fundación conformada por jóvenes que antes raspaban coca y que ahora se dedican a conducir a los turistas por senderos ecológicos en las inmediaciones del Río Don Diego, y que igualmente se han capacitado en kayak y rafting para que los visitantes practiquen estas actividades en medio de la inmensidad del Parque Nacional Tayrona. El conflicto armado que ha tenido lugar en la Sierra Nevado ha impulsado a los 4.000 koguis sobrevivientes a desplazarse a la cuenca del Río Don Diego, por lo cual en los recorridos conducidos por Leiner y sus compañeros es muy factible que mientras usted navega por esta selva casi virgen, vea en la orilla a los indígenas tomando un baño mientras usted tiene un contacto de primera mano con la naturaleza.


La Quinta Bonanza
Arhuacos, kankuamos, koguis y los wiwas son los cuatro pueblos guardianes del mundo, las cuatro tribus que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta. Evitar las guerras entre los hermanos y restaurar el equilibrio de la madre tierra, “el sostén y la columna de la propia humanidad”, como ellos mismo la denominan, es el papel que estas etnias tienen con la ‘madre tierra’. La vida de estos aborígenes que habitan la montaña costera más alta del mundo, parte de la premisa “la madre tierra es el todo y el proveedor de todo”. De allí han surgido las cinco bonanzas que les han sonreído a través de su historia, dándoles una fluidez económica cada vez más necesaria en la rutina capitalista que el hombre blanco les impone. La primera bonanza fue la de la madera; hoy sólo queda el 15% de los bosques primarios; después le siguió la cacería de animales. La tercera era la bonanza marimbera, el narcotráfico empezaba a involucrar a estos pueblos partiendo desde la marihuana. Los ilícitos llegaron a esta tierra, y aunque los indígenas siempre han cultivado la coca, la cual es parte de sus tradiciones, sembrada y recolectada por las mujeres y acompañante de los hombres adultos quienes mastican las hojas de coca, ‘mambean’ según sus tradiciones, la cuarta bonanza planteaba el cultivo de cocaína como aquel ilegal que el narcotráfico tuvo para enriquecerse de manera acelerada. Hoy los pueblos indígenas ante sus agobiantes necesidades, pobreza extrema, la desnutrición de sus integrantes y la lucha que el hombre sostiene con la madre tierra sobreexplotándola, han optado por abrir sus puertas al turismo, según ellos en esta actividad están puestas las esperanzas de una quinta bonanza que la historia les cruzaría.


El pasado 13 de Junio, en el marco del Primer Encuentro de la Cadena Turística – Santa Marta 2008, evento en el que acudieron todas las entidades y empresas generadoras de turismo en la región, los indígenas de la Sierra Nevada les abrieron las puertas al turismo. Más que un turismo de masas, el que se empieza a vivir en los alrededores de Santa Marta es un proceso social, una posibilidad para la economía de los indígenas que respete la naturaleza y la cultura de estos habitantes. Esto se reúne bajo el concepto de ‘etnoturismo’, un turismo enfocado en trasmitir cultura más que diversión.



Para los indígenas que habitan la Sierra, los pueblos son sólo puntos de reunión para los rituales sagrados de las culturas indígenas pues ellos viven en fincas, uno de estos pueblos es llamado Muralla y es la primera plaza que los koguis abren para que los foráneos los visiten. A Muralla, gracias a esta incursión del etnoturismo, se puede llegar bajándose en el km 64 de la Troncal del Magdalena y de ahí ascender a pie alrededor de tres horas, también se puede subir a lomo de mula en solo dos, en un recorrido guiado por los mismos indígenas y donde se experimentan todos los pisos térmicos del trópico con las vegetación característica: bosque seco, el más común de la llanura costera, atravesando también parte de bosque húmedo con un clima templado, un bosque de clima frío y el páramo. La otra opción es ir a Ciudad Perdida, un circuito que también es conducido por los indígenas a través de la selva. Allí usted tendrá posibilidad de alojarse en cabañas adaptadas para suplir las necesidades básicas y donde podrá conocer como los tayronas adaptan los territorios para hacerlos más habitables: las terrazas para combatir la lluvia y fortalecer los cultivos son una muestra palpable de la sabiduría rupestre de estos pueblos. Los indígenas le mostrarán los mecanismos de cultivo, sus rituales y su diario vivir, en esta nueva opción etnoturística.


Los 1.7 millones de hectáreas que conforman la Sierra Nevada, uniendo tres departamentos: Cesar, Guajira y Magdalena, también dan la posibilidad a los visitantes de disfrutar de una de las playas más apetecidas por los turistas extranjeros, la bahía de Cinto, catalogada por la publicación londinense The Guardian como una de las dos más bellas en el mundo. En el Parque Tayrona también se encuentra casi una decena de playas habilitadas para los visitantes, entre ellas Cabo San Juan del Guía, uno de los puntos más visitados donde varias hamacas ubicadas en una choza en la cima de una formación rocosa, son el descanso perfecto junto al mar. Otro punto del Tayrona es Arrecifes, en donde las cabañas que Aviatur dispone son ideales para disfrutar la belleza costera, allí unas cabañas de primer nivel secundan la bella costa del parque.


Santa Marta se reinventa: además de su gran infraestructura hotelera, de su reconocida vida nocturna, esta ciudad histórica parte desde el ecoturismo como filosofía y se vende como un paraje que ofrece mucho más que sol y playa.